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"Eco en el cuerpo" - Museo Borla - Esperanza- Santa Fe
"Eco en el cuerpo"

Curaduría Cristina Aimaretti.

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Karina borda. Su bordado es una repetición que lejos de disolverse  en ondas sonoras rebotando contra las paredes como el eco, puntada a puntada escribe palabras; "es parte de un proceso" en voz de ella.

Karina trae las  "voces bordadas" y sonríe con dulzura.  Todo comenzó en 2020, desde ese momento  recibe  de distintas personas  servilletas antiguas  como vestigios de horas  invertidas en bordar.  En ese encuentro de dar y recibir,  las voces de hoy conversan  con las manos de ayer;  es un encuentro en el encuentro y  un descubrir donde se desatan tempestades, vientos huracanados,  rayos, centellas, décadas de silencio, de ecos.  Cada  servilleta tiene hilvanadas historias que se hacen presentes en la conversación;  todo lo dicho y escuchado reverbera, resuena, recién entonces surge la palabra, la frase que será bordada.

Eco en el cuerpo, vibrando, resonando, escuchado, bordado.

                                                                                             Cristi Aimaretti.

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El cuerpo del eco

Mantel realizado por Amelia e Ilda Cacholate

Técnica bordado Richelieu realizado en el año 1957

 

Mi curiosidad me llevó a buscar manteles y servilletas antiguas, esta es una hermosa excusa para iniciar la conversación con mujeres acerca de su relación con el trabajo doméstico. Las escucho y las grabo para después elegir alguna palabra o frase, y bordarla sobre las materialidades que reúno. A este proyecto lo llamo “Voces bordadas”. 

La llegada de este mantel marcó un antes y un después para este proyecto. Perteneció a mi madre, Amelia María, quien lo confeccionó junto a mi tía Ilda: ambas fueron costureras y bordadoras, confeccionaban vestidos para novias, que eran únicos, bordados artesanalmente, diseñados para las bodas. Acostumbraban a realizar también el ajuar para esta ocasión, sábanas, manteles, servilletas bordadas. Era una labor exclusivamente femenina.

Este mantel esta realizado con bordado Richelieu, deduzco que fue confeccionado con máquina de coser. Esta labor tiene como característica que una vez dibujado y bordado se retira una parte de la tela, se cala para que sutilmente se pueda ver el fondo, esto me invita a indagar en lo íntimo y cotidiano. Recuerdo este mantel dispuesto para decorar y engalanar la mesa en celebraciones especiales,  cumpleaños o Navidades. Eran las mujeres de mi familia quienes colocaban el mantel en la mesa y quienes lo levantaban al terminar, quienes lo lavaban y lo ponían al sol para blanquear y almidonar: para que siempre se viera inmaculado. Percibo el tiempo femenino, dividido en las tareas afectivas, del hogar y laborales, tanto en ellas como en nosotras mismas implica “Poner el cuerpo” de una forma desmesurada. Aquí encuentro mis propias frases: “Cuándo más hago, más me invisibilizo”, “Cuándo más veloz corro, menos me ven”. 

Este textil registra vivencias, tiene un cuerpo que nos une a mujeres de mi familia: me gusta pensar que ellas, en la acción de bordar, realizaron el primer paso para ir más despacio y darse un tiempo para ellas. Comparto el mantel, capaz de contener vino derramado, manchas de comida y roturas de otra época para revalorizar el trabajo del mundo artesanal y doméstico. Exhibir en la mancha el tiempo y las horas trabajadas que ahora se hace visible, en la arruga, la rebeldía y la intención de cambio, en la rotura el gesto de lo que falta reparar.

Es en este objeto textil, despojado de su uso utilitario, es donde encuentro el eco de mi voz, la que amplifico con otras voces para ver y escuchar “cuerpos con sonoridad”. 

 

 

Karina Guadalupe Salinas

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