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Voces bordadas

Acción colaborativa para re-pensarnos

Indaga acerca del rol femenino y las relaciones de poder en la sociedad. Visibiliza y genera debate acerca de lo que piensan y sienten las mujeres en torno a temas como trabajo, labores domésticos, roles impuesto para reivindicar la autonomía de la vida.

Utiliza técnica de bordado sobre servilletas de tela antiguas para registrar las frases como excusa para iniciar el dialogo. Interactua y documenta frases que sirven de retroalimentación para que surjan pensamientos y reflexiones acerca del rol de las mujeres en diferentes ámbitos.

Comienza mostrando una servilleta bordada o pide servilletas antiguas que no usen porque en ellas desea bordar y allí comienza a fluir sus voces, historias íntimas y cotidianas.

Graba sus voces, son historias de relatos familiares que conforman la sociedad y rescata de la memoria para ser fijadas y editadas en audio y en otra memoria pero esta vez colectiva, compartida como manifiesto de un pasado a ser des-construido  para generar un cambio, un pedido de derechos o una re significación.

El cuerpo del eco Mantel realizado por Amelia e Ilda Cacholate Técnica bordado Richelieu realizado en el año 1957 Mi curiosidad me llevó a buscar manteles y servilletas antiguas, esta es una hermosa excusa para iniciar la conversación con mujeres acerca de su relación con el trabajo doméstico. Las escucho y las grabo para después elegir alguna palabra o frase, y bordarla sobre las materialidades que reúno. A este proyecto lo llamo “Voces bordadas”. La llegada de este mantel marcó un antes y un después para este proyecto. Perteneció a mi madre, Amelia María, quien lo confeccionó junto a mi tía Ilda: ambas fueron costureras y bordadoras, confeccionaban vestidos para novias, que eran únicos, bordados artesanalmente, diseñados para las bodas. Acostumbraban a realizar también el ajuar para esta ocasión, sábanas, manteles, servilletas bordadas. Era una labor exclusivamente femenina. Este mantel esta realizado con bordado Richelieu, deduzco que fue confeccionado con máquina de coser. Esta labor tiene como característica que una vez dibujado y bordado se retira una parte de la tela, se cala para que sutilmente se pueda ver el fondo, esto me invita a indagar en lo íntimo y cotidiano. Recuerdo este mantel dispuesto para decorar y engalanar la mesa en celebraciones especiales, cumpleaños o Navidades. Eran las mujeres de mi familia quienes colocaban el mantel en la mesa y quienes lo levantaban al terminar, quienes lo lavaban y lo ponían al sol para blanquear y almidonar: para que siempre se viera inmaculado. Percibo el tiempo femenino, dividido en las tareas afectivas, del hogar y laborales, tanto en ellas como en nosotras mismas implica “Poner el cuerpo” de una forma desmesurada. Aquí encuentro mis propias frases: “Cuándo más hago, más me invisibilizo”, “Cuándo más veloz corro, menos me ven”. Este textil registra vivencias, tiene un cuerpo que nos une a mujeres de mi familia: me gusta pensar que ellas, en la acción de bordar, realizaron el primer paso para ir más despacio y darse un tiempo para ellas. Comparto el mantel, capaz de contener vino derramado, manchas de comida y roturas de otra época para revalorizar el trabajo del mundo artesanal y doméstico. Exhibir en la mancha el tiempo y las horas trabajadas que ahora se hace visible, en la arruga, la rebeldía y la intención de cambio, en la rotura el gesto de lo que falta reparar. Es en este objeto textil, despojado de su uso utilitario, es donde encuentro el eco de mi voz, la que amplifico con otras voces para ver y escuchar “cuerpos con sonoridad”. Karina Guadalupe Salinas

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